Queridos todos, siento que tengo que escribiros, entre otras cosas para daros las gracias a los muchos que me habéis felicitado hoy por mi cumpleaños. He pasado un día bonito, tranquilo. Vivo en una sitio que lo
es y he dado con amigas que me hacen sentir como en casa. Hemos comido juntas, no me han dejado pagar porque aquí se invita al festejado a pesar de que le había dicho al camarero al llegar que no las hiciera ni caso... Carolina casi se lo come y él, asustado,
me ha devuelto la tarjeta. Yo no le he asustado nada. Pía ha pasado de brazo en brazo con su eterna sonrisa en la cara.
Felipe está de viaje, la aupair se volvió a su pais. Por primera vez estoy con mis hijos sin pensar en otras cosas, sin querer irme, sin pensar que podría estar haciendo otra cosa, porque parece que asi somos los adultos, y sin miedo a decirles que no puedo o que no me apetece jugar. Porque no tengo que ser la madre más guay del mundo siempre, ni siquiera mucho. Porque saber decir que no, me costaba con ellos siempre que me pedían jugar, supongo que porque se destapaban los miedos inconscientes de caer bien y ser aceptada, amada. Y veo que vale con estar con ellos y mirar como juegan o pintan. O ver la película que ellos ven. Aprendo cada día. Y vivir lejos de mi país y estar tanto con ellos tiene estas ventajas.
Me gusta manteneros informados y como cada vez que escribo sale lo que quiere salir, ahí va lo de hoy...
Felipón habla sin parar, frases que me asombran, y ya la gente le empieza a entenderle. Hoy justo me ha dicho a mi que no me sentara en la parte de atrás del coche porque no me cabía el culo, así de literal. Me hace enfadar a cada rato con sus rabietas y sus caprichos, pero el resto del tiempo le achucho porque se lo gana. Y también porque mantiene un ritmo tan vivo en nuestra relación que sé que es parte de su sanación, de nuestra sanación. No puedes dormirte con él. No te deja hacer las cosas mal, quiere vivir, quiere mejorar. Y si os cuento esto, perdonad si ya lo he hecho antes, es porque Felipe y yo sabemos que desde que él ha venido a nuestra vida nada es igual. Siempre digo que es mi maestro, los niños con lesión cerebral lo son, los niños en general. Pero cuando tienen alguna complicación en sus vidas, y nos toca ponernos las pilas, ésta se hace más evidente. Él marca los tiempos, y quiere seguir conociendo terapias y terapeutas. Como si nos llegaran cada vez que él lo necesita. Tiempos de relax, dos años incluso, nada más llegar a Francia a vivir, que por no hacer no hicimos nada más que mirarnos a la cara, jugar en casa y salir al parque.
Felipón habla sin parar, frases que me asombran, y ya la gente le empieza a entenderle. Hoy justo me ha dicho a mi que no me sentara en la parte de atrás del coche porque no me cabía el culo, así de literal. Me hace enfadar a cada rato con sus rabietas y sus caprichos, pero el resto del tiempo le achucho porque se lo gana. Y también porque mantiene un ritmo tan vivo en nuestra relación que sé que es parte de su sanación, de nuestra sanación. No puedes dormirte con él. No te deja hacer las cosas mal, quiere vivir, quiere mejorar. Y si os cuento esto, perdonad si ya lo he hecho antes, es porque Felipe y yo sabemos que desde que él ha venido a nuestra vida nada es igual. Siempre digo que es mi maestro, los niños con lesión cerebral lo son, los niños en general. Pero cuando tienen alguna complicación en sus vidas, y nos toca ponernos las pilas, ésta se hace más evidente. Él marca los tiempos, y quiere seguir conociendo terapias y terapeutas. Como si nos llegaran cada vez que él lo necesita. Tiempos de relax, dos años incluso, nada más llegar a Francia a vivir, que por no hacer no hicimos nada más que mirarnos a la cara, jugar en casa y salir al parque.
Y ahora toca tiempo de aprender y practicar. Colegio y comedor, en el que le han aceptado tres días por semana, terapia de fisioterapia dos veces por semana, media hora con una terapeuta y media hora con otra, con técnicas
diferentes, media hora de psicomotricidad, otra media de ergoterapia que llaman en francés, algo así como ayudarle a usar sus manos para ser más autónomos en sus vidas, y media hora de logopeda a la semana. Todo ello gracias al sistema público de aquí. Ah, y
una hora de osteopatía craneo sacral cada quince días, que ésa sí pagamos. Casi todo eso en horario de colegio, así que cuando sale, vamos directos al parque o a casa. En el colegio se echa buenas siestas, me cuentan.
Hasta que me viene con claridad a mi cabeza, corazón, o como lo quieras llamar, a través de mi intuición, a la que ahora hago caso a pies juntillas porque no falla, y me dice que haga algo nuevo. Nada de eso nuevo que llega es
agotador, siempre es una especie de extra que cabe en su horario y esquema actual, y siempre consiste en recibir y reposar después. Hong kong, salvo el viaje, permitía descansar en la habitación muchas horas.
Hace unos días supe que tenía que llamar a María, la terapeuta de Tomatis de Madrid, para que prepare otro ciclo para empezarlo en Navidad. Hace dos años que no lo hacemos, nos lo recomendaron Cristina y su hija Pati. Cada ciclo son más o menos
diez días, dos horas cada vez, con unos cascos puestos en los que escucha canto gregoriano y música clásica. No le encanta pero se duerme, que también vale. Y mientras, las irregularidades de la grabación, hacen que el músculo del tímpano se contraiga con
ellas y trabaje el cerebro, que es quien recibe las señales. Como resultado, siempre que termina un ciclo, noto mejorías. A veces sutiles, a veces más evidentes. Bienvenidas todas.
Y también me vino de golpe el recuerdo de una amiga, Silvia, que hace tres años me habló de la dieta Gaps (Gala sé que no te lo crees, yo aún lo tengo en el aire, pero lo voy a probar). Hace dos días que la pongo en
práctica después de hablar con una nutricionista de aquí. No es difícil ni cara, lo preparas en casa, es a base de caldos clásicos y nutritivos con huesos de pollo y vaca, verduras... baños con sales y probióticos, con alguna vitamina, en nuestro caso la B12.
Me había relajado mucho con la alimentación, a la que doy suma importancia desde que así nos lo razonaron en la terapia Doman y haber cambiado la vida de mi hijo, quien pasó de no querer moverse, a activarse y poner mucha más atención a lo que le pedía.
Comemos sano, mucha verdura, legumbre y cereal entero, pescado, ensaladas... y carne también, sobre todo los niños. Pero al final, por las prisas,en las meriendas, caían ya muchas galletas, zumos envasados, aunque fueran
bio... Os contaré según vaya viendo pues es bastante radical, aunque hoy yo de momento ya me la he saltado que para celebrar mi cumpleaños les he hecho pizza y los carbohidratos no están bien vistos durante el tiempo que se aplica. Son tres meses.
Y para terminar de contaros acerca de estas terapias que probamos, y que siento que debemos probar, en estos días estaremos con un osteopata muy especial, del que me habló mi amiga María Talavera. No adelanto nada, porque
algo de "magia" hace, o debe hacer según parece, algo que mi marido ya ha probado, y aprobado, pues aprovechando que estaba en España por trabajo, fue a verle. Yo no le he visto aún. En cuanto le probemos os digo.
Nos queda un segundo mes en Hong Kong para terminar con el Profesor Chan. Casi seguro que nos vamos en febrero, sólo a esperas de arreglar un par de cosas. Hay una familia que vuelve a España esta semana, deseando saber
qué tal responde su hijo a este mes tan intenso.
Y yo, ya que éste es un post de terapias, os adelanto también que en febrero, a primeros, vendrá conmigo a España, Roberta. Ella es la vecina que me recomendó ir a Hong Kong, pues ella acababa de volver de allí. Es terapeuta. Yo no sabia de qué hasta que hace un par de meses pregunté al Universo qué podía hacer por mi que no estuviera haciendo, creo que las madres con niños con lesión cerebral deben cuidarse y atenderse, no sólo a sus hijos, y yo hacía tiempo que
no me reglaba ese espacio de una manera consciente. Comencé con ella una terapia regresiva (te puede llevar hasta el momento en el que estabas en el útero materno) que me ha llevado a descubrir cosas de mi, a avanzar, a sanar, a comprender... Me siento diferente, más segura de mi misma, más libre de miedos. Sé que hace falta ser
valiente para tomar la decisión de comenzar una terapia de la que no sabes cómo saldrás. Mejor, seguro, pero con cambios, y eso siempre asusta. Roberta es tan buena, te lleva tan bien a tu subconsciente, de una manera tan realista, a través de tu cuerpo, sin
hipnosis, habla tanto contigo para ayudarte a caminar, que hace fácil lo difícil. Por eso le pedí que estuviera en Madrid algún día. Por algo me ha dicho que sí. Si alguno os queréis apuntar, decidme. Ya hay bastante gente en la lista, amigos que saben porque
les cuento. Por privado os explico más detalles, si queréis.
Os mando besos y abrazos....
Rocío
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