Felipón y su camelón, se operan el dedo

Hola a todos,

Ayer operaron a Felipón de su dedo.


Contaba en El Regalo que cambió nuestras Vidas cómo cuando nació mi hijo, mi marido les decía a los médicos con total desesperación que se fijaran en su dedo índice de la mano izquierda, totalmente torcido. Su madrina, Jimena, médico también, lo recuerda aún hoy. Y yo, tumbada en la cama, agotada después del esfuerzo de tantas horas de parto, natural, de un niño absolutamente hipotónico, sonreía, porque sabía que los médicos no estaban preocupados por su dedo sino por las lesiones que tenía en su cerebro. Mi marido, como yo, exteriorizaba su preocupación como podía.

Pues bien, seis años después Felipón va a tener su dedo recto. Porque ya sí importa que tenga su dedo torcido y no pueda hacer la pinza. Para jugar, para coger la cuchara... Para todo lo que hace un niño de su edad y ahora podrá hacer él. Porque ya ha superado todas y cada una de las etapas que tenía que superar y cada día puede hacer una vida más normal. Años de decirle que no se chupara ese dedo, y por fin llega el momento en el que ya no se lo podrá chupar, porque ya no tendrá esa forma apetecible que a él tanto le gustaba.

¿Y cómo entró en el quirófano? Con una sonrisa. Mamá, soy un valiente. Y un campeón.


Y en esta habitación sin cama, porque la cama se fue con Felipón también al quirófano y con su amigo el camaleón, que le acompaña a todas partes, mientras le esperábamos, hablaba con mi marido ni más ni menos de cómo la vida te hace pasar por las mismas cosas una y otra vez. Hasta que por fin te enteras. Y hablaba también hace una semana con Natalia, una terapeuta que en la distancia me hizo una sesión de reprogramación genética. Mira que yo ahora no buscaba a nadie que me hiciera cosas extrañas, pero Silvia, una amiga loca como yo, me habló de ella. Te dará cita para dentro de un montón. Mentira. Natalia me dio cita para dos días más tarde. Porque según ella mi alma la persiguió día y noche durante esos dos días, para que me ayudara.

Según ella, mi alma estaba tan harta. Yo no sabía cuanto, aunque sí sabía que mucho. Como estoy en la fase de creerme lo que quiero y no creerme lo que no quiero, me quedo con lo que más me aporta y me encaja. Y desde luego sé que llevo un tiempo harta de no enterarme del aprendizaje que me traen ciertos mensajes subliminales en ciertos aspectos de mi vida. ¿Para qué? Para qué los bloqueos que una y otra vez ocurren en mi vida. Superados unos te haces consciente de otros. Y en esas cinco horas de conversación que mantuvimos Natalia y yo pude hablar de sensaciones que siempre había tenido. Y por fin alguien me escuchaba. Y me da una respuesta que a mi me parecía lógica. Y después me reprograma... Jajajajaja, sí, sí (escucho vuestras risas de fondo...). El caso es que sugestión o no, en mi han hecho clic conceptos importantes.

Llevo tiempo como sabéis, realmente desde que nací, dando por hecho que somos cuerpos con un alma dentro. Más aún, que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y si es así está claro que somos Dios en pequeño. Un pedazo de esa información infinita que es el Universo. Somos energía informada. Y esto lo dice la ciencia.

Según me contaba Natalia, tenemos programas “insertados” para aprender y trascender aprendizajes. ¿Somos como robots? Algo así. Y hay programas que cuesta sacarnos. Aprendizajes que traemos pendientes en el alma + vivencias que se quedan grabadas en nuestro ADN, fruto de la familia en la que estamos, marcan muchos de nuestros comportamientos actuales. Somos un entramado de almas que se cruzan y se descruzan en una sintonía perfecta. Y, como no, la parte más entretenida de la película, tenemos "velos" dentro de nosotros que nos impiden ver ese “backstage”, porque sin ellos, nos saltaríamos todos esos aprendizajes a la torera.

Esa sensación de amnesia que siempre me ha perseguido. Ese anhelar algo que conozco y no recuerdo. Esa negrura dentro de mi cabeza desde pequeña. Y esto, para mi, es lo más cercano a Dios que conozco. Ese saber que algún día comprenderé del todo el para qué de todo.

Y mientras tanto, comparto otra de las lecciones que más me han llegado en estas semanas. Sólo queriéndome como a Dios, valorándome como a tal, en cuerpo y en alma, podré ayudarme. Ama a los demás como a ti mismo. El buenismo sólo tiene premio si empieza en mi. Si me considero merecedor, o al menos tomo conciencia, de aquellos rituales que me salto a diario. Y entonces lo de fuera se va poniendo en su sitio como por arte de magia.

Ahora voy recordando ciertas sensaciones que desde niña me han acompañado y recuerdo también como de pronto el vértigo me devolvía precipitadamente a la realidad. Y leía hace unos días que lo que nos da miedo no son nuestras limitaciones sino la certeza de esa grandeza que somos.


Sigo en fase de exploración, no os creáis. Por el momento me he pintado las uñas de los pies. Dos veces, que la primera se me despintaron. Y lo hice como una adolescente, encerrada en el cuarto de baño para nos salir, porque si salgo antes de terminar, no entro. Pero a diferencia de una adolescente, vi con total objetividad y sin juicio, esos sentimientos de culpa, por no hacer cosas más importantes, o de ira, por estar perdiendo el tiempo. Y sonreí porque vi una vez más que llevaba mucho tiempo sin estar la primera en mi lista de prioridades. Y me acordé entonces que había soñado toda la noche con mi maravillosa maestra de Mindfulness, Ana Arrabé, con la que estudié un MBSR hace ocho años. Y supe que no era casualidad estar viviendo esos momentos de conciencia absoluta, de estar en el aquí y en al ahora, de esa meditación activa que podemos hacer a diario con estar presentes, y que todo ello tenía relación con mi sueño de esa noche. Así que la llamé.


Quedan, por cierto, plazas aún para el próximo curso de formación para familias de niños con lesión cerebral, déficit de atención, dislexia, retraso madurativo, trastorno de lenguaje... ¡Si no formamos grupos, no vendrán! Y creo, de verdad, que merece la pena. Tienen sus centros de China, llenos.

El equipo del profesor Chan viene de nuevo a enseñarnos a utilizar su tecnología en casa para que trabajemos a diario con nuestros niños. Profesionales españoles corroboran que hay cambios y mejoras en muchos de los niños que ya lo están recibiendo. Poco a poco vamos abriendo los ojos. Somos energía y por tanto debemos trabajar en que esa energía pueda discurrir por nuestros cuerpos para que se produzcan los cambios más profundos. No es religión, es ciencia. Y cuestión de culturas. En China llevan miles de años tratando con chakras y meridianos. ¿Por qué no aunar lo mejor de Oriente y lo mejor de Occidente? ¿Lo mejor de la medicina tradicional y lo mejor de las “terapias” alternativas? ¿Por qué perseguir estas terapias cuando vienen de la mano de gente que sabe y que las practica desde hace muchos, muchos, años con buenos resultados? ¿Por qué no dejar que terapias como la homeopatía, la osteopatía, y tantas otras, hagan su función y complementen aspectos de la medicina, en los que ésta no llega, porque no es la suya? España ha sido sancionada por Europa por no permitir el libre mercado de la homeopatía. Y donde vivo en Francia, sin embargo, la homeopatía es recetada hasta en los hospitales.

Está claro que la sabiduría es libre y llega de manos de quien menos te la esperas... empieza si no por mirar las tuyas.

Y hablando de manos, la de Felipón. Me parecerá un milagro ver su dedo, recto, por fin. Somos energía, pero ante todo, debemos atender nuestro cuerpo. Y él, aunque me cueste practicarlo en el mío, me lo recuerda a diario.

Candela, con su dedo roto (¿casualidad?), Felipón con el suyo, y su camaleón, que por cierto, también se lo rompió hace unos días...


¡Besos a todos!

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