¡¡¡Nos vamos pá Madrid...!!!

Hola a todos,

Hace mucho que no os escribo. Esta vez tengo algo que contaros... El 30 de junio volvemos a vivir a Madrid.

Mi marido y yo pensamos, casi a la vez, que había sido Felipón el que nos había traído hasta aquí, a vivir a Francia. Llegó con tres años, un niño que apenas decía mamá, o papá, que se arrastraba para llegar adónde quería y que a duras penas comenzaba a mostrarse al mundo tal como era de verdad. Al mundo, a ese mundo que necesita ver para creer. En aquel momento nos pasaba por telepatía, creo, sus mensajes. Sea como fuere, nos llegaban.


Tú, Felipón, como tantos que demostráis día a día que esto que vivimos es mucho más de lo que nos cuentan. Tú, Felipón, que me has hecho creer en Dios, o más bien, me has llevado a saber que Dios existe porque todos, todo, somos un pedacito de Él aquí. Tú, que me haces hablar y escribir para compartir lo que pienso aunque a veces me arriesgue a parecer una chiflada o con ideas de extraterrestre. Tú, que me llevas a creer en los extraterrestres, y en que hay vida en cada estrella. Tú, que me miras y me atraviesas el alma. Tú, que me has hecho descubrir que tengo alma... Tú, Felipón, que me has llevado a confiar en lo que ella me sopla al oído.

Hoy, ese niño, sí, Felipón, es un niño de seis años, alto, guapo, divertido, que anda, que habla español perfectamente, que comprende francés y casi lo habla, que cuenta hasta veinte en inglés y te suelta un yes my dear sin resultar pedante o te mezcla los tres idiomas en una misma frase. Porque es un sobrado con gracia. Porque otra cosa que nos deja bien claro es que es un auténtico crack. Con lesiones o sin ellas. Y mira que yo había tirado la toalla de tener un niño inteligente o que pudiera entrar en el "baremo" de la normalidad. Baremo en el que por cierto aún no ha entrado. Y lo que le queda.

¿Y qué pasaría si nada de esto hubiera pasado y él no hubiera mejorado, como tantos niños que no lo consiguen? Pues no lo sé, pero sé lo que es pensar que así será. Por eso mi discurso, lo que entendí cuando vivía en esa certeza, siempre ha sido para la madre y no para el niño. Porque la madre sí puede intentar mejorar. Y tratar de comprender aquello que tenga que comprender. Y esto es lo que a mi me hizo no morirme. Saber que venimos aquí a aprender y ver por mi misma que las "circunstancias" son eso, circunstancias, un filtro que nos lo pone más o menos difícil. Siempre recomiendo un libro que a mi me ayudó mucho leer, sobre todo para coger seguridad en las sensaciones que tenía en aquella época: Hijas de la Eternidad, escrito por una madre y su hija. Me lo regaló Miguel Angel, un terapeuta al que conocí durante un curso de terapia metamórfica.

Hoy recuerdo aquello que supe cuando vi por primera vez a mi hijo, horas después del parto, cuando le cogí en brazos de su pequeña cuna de la Unidad de Cuidados Medios del Hospital Gregorio Marañón. Es un niño con un brillante sentido del humor. Porque está claro que ha venido a despertarnos. Pero es que además se ríe de todo. Y nos arrastra con total naturalidad.



Aquí ha ido al colegio, ha visto a otros niños y cuando él aún no podía ni sujetarse en pie, ellos eran su referencia. Se ha desesperado porque no entendía nada de lo que le decían. Aquí ha visto nacer a su hermana, su inseparable Pía. Aquí le han invitado a su primer cumpleaños. Aquí he peleado hasta la extenuación con su hermana Candela, su mejor terapeuta, su socia. Ella nunca le ha dejado ganar, ni siquiera cuando yo se lo pedía, muerta de pena. Porque ella veía más allá.



Aquí hemos conocido a Roberta, una vecina que de pronto, desde la terraza de su casa, nos recomendó ir a Hong Kong. Aquí hemos tomado el avión que nos llevó hasta allí, a conocer al Profesor Chan. Él ha puesto y espero que siga poniendo más granitos de arena en nuestro largo camino.

Aquí nos hemos conocido un poquito más a nosotros mismos, hemos crecido, hemos envejecido, hemos madurado, hemos trabajado, hemos vivido, sufrido, reído... Aquí hemos conocido a gente maravillosa. Aquí hemos visto mundo. Y por eso nos volvemos agradecidos. A todos y a cada uno, especialmente a quienes nos dieron esta oportunidad. Y a la Vida. Lo que sí está claro es que hemos llegado a donde teníamos que llegar para seguir adelante.

Nos volvemos a Madrid, y así le dije a mi marido hace unos meses cuando lo hablábamos, porque Felipón debe continuar su camino allí. Por que de lo contrario habríamos ido a otro sitio. El mundo es grande y las posibilidades eran infinitas. Así lo sentí. Y así lo siento. Y con él, todos. Volvemos a retomar nuestra vida, pero mucho más allá de donde la dejamos. Candela vuelve siendo una niña ya mayor, consciente de muchas cosas, más abierta, más segura, más libre. Y Pía vivirá por primera vez en una ciudad grande, que seguro le brindará grandes momentos. Volvemos con nuestra gente, nuestra familia, con nuestros amigos de siempre. A otros trabajos, a otros colegios y a otra casa, eso sí. Que nos gustan los retos. ¿Quién sabe lo que haremos, si aún no sabemos ni donde viviremos, ni a qué colegios irán nuestros hijos, ni muchas otras cosas, que no vienen al caso?

Sólo puedo decir que hemos aprendido a mantener los ojos bien abiertos, y a dar pasos según van apareciendo las baldosas en el camino, a tientas la mayoría de las veces. Con dudas, con miedos, que se van tan rápido como vienen. Porque sabemos que habrá un momento en el por fin estas baldosas sean ya tantas, que sin empeñarnos, hagan visible ese camino que nos espera.


Es una sensación extraña la que tenemos en esta familia. En este equipo. Una sensación que compartimos. No importa donde vayas si te abres a recibir lo que llega, porque formas parte de un proyecto de vida que a veces se escapa de lo que queremos. De lo que creemos que necesitamos. Porque a veces hay un bien mayor del que conocemos. Y puesto el pie, y la intención, lo mejor es confiar.

Sólo sé, que volver a Madrid, después de haber pasado meses pensando que sería la última opción posible, ahora es la que más me apetece. Por muchos motivos. Entre otros, porque se asienta por fin el equipo del Profesor Chan en España y podré formar parte de él para ayudar en lo que haga falta. Ojalá se consolide en España, como siempre digo, para ofrecer una opción más que ayude a nuestros niños. Cuantas más opciones tengamos las familias, mejor. El día 6 de mayo Xiaodan estará ya pasando consulta, uno o dos días a la semana para empezar, hasta ver la acogida de esta terapia. Con trabajo desde casa, en el centro, o tomando ambas opciones, esperamos ver resultados de manera más sólida y contrastada en el tiempo.

Xiaodan llevará su agenda, pero estas primeras veces será yo quien tome nota de las sesiones hasta que ella os conozca y esté todo organizado. Siento, en nombre del equipo chino, los meses de espera, pero ni ellos sabían que este proyecto acabaría con una sede en Madrid. Nunca habían trabajado a distancia y el profesor Chan ha desarrollado un concepto para que así pueda ser sin que esté él presente. Mandadme mensaje por privado o me llamáis y os cuento si es que queréis saber más. Empiezo a ponerme en contacto esta próxima semana con quienes ya me habéis dicho que estáis interesados.

Nos vemos dentro de poco...

¡Gracias por estar siempre ahí, y feliz vuelta de Semana Santa!

Besos

Rocío

PD.: Hablé en mi último post de que me haría una sesión con una amiga, con Bea, para descubrir qué pasó en esa semana dos de embarazo... Pues bien, la sesión fue brutal y me sirvió para saber que no pasó algo "malo" que provocara las lesiones cerebrales en Felipón. Desde luego nada físico ni emocional. Dispuesta a asumir lo que fuera, sin culpas, iba buscando saber qué hecho "negativo" las había desencadenado. La sesión tuvo lugar porque tenía que tener lugar, sin forzar nada, porque había llegado el momento de saber algo, una verdad, la mía, la que ahora tengo, que puede ser diferente a la que tenga mañana. La sesión me hizo ver con total claridad, nuevamente con esa certeza que reconoce quien ya la ha sentido alguna vez, cómo el hecho de que llegara mi hijo fue algo bueno, aunque los detalles queden bajos excreto de sumario. No fue una casualidad. Y fue, efectivamente, un regalo... El Regalo que cambió nuestras Vidas.

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