Lo bonito de ser mujer.

Hola a todos,

Ayer mientras conducía hablé con Candela sobre lo bonito de ser mujer. No sé muy bien lo que me llevó a tener esta conversación pero llevo unos años en los que las mujeres me provocan mucha ternura. Quizás sea que comparto con ellas esa dificultad para deshacernos de roles que pesan. De cuando nos quemaban en la hoguera por llevar nuestro caldero lleno de hechizos a las casas, para curar, para sanar heridas. O quizás sea, sin irnos más lejos, porque sabemos hacer magia en nuestro día a día sin ser ni siquiera conscientes.



No soy feminista, ni siquiera entro en debates políticos y desde que me acepto tal como soy me he relajado. Porque a mi me va más eso de sentir o tocar, de compartir silencios o risas. Pero hablo con amigas, con mujeres, que como yo vamos despertando y buscamos vibrar como antes. Como antes de dormirnos bajo el peso de capas de emociones que van aniquilando esos momentos sanos de respirar sin veneno por miedo a que éste nos llegue de otros.

¡Ya sé! Sonaba una canción de Mamma Mía. Meryl Streep siempre me lleva a ese sentimiento de ternura y compasión tan bonito. De mujer. De madurez. De conocerla. De ser su amiga, su confidente. De jugar con ella de pequeñas y de crecer juntas, de ser su madre y su hija, de hablar de hombres y beber dos copas bajo la luz de la luna. De ver su vida con perspectiva, sus muchas vidas en escena, sus errores, sus dudas y sus temores, sus amores, sus renuncias... Porque lo que más me enternece es todas esas cosas que ha dejado de vivir por no hacer daño a otros, por no sufrir más... y sus lágrimas bondadosas llenan sus ojos y muchas veces los míos. Pero no es tan fácil ver eso mismo en quienes nos rodean o en nosotras. Porque no tenemos la misma perspectiva. Porque estamos metidas en esas vidas de una forma u otra y ese veneno emocional ya está ahí impregnándolo todo.

Así que hablaba con Cande que tiene ahora diez años. No quiero ser intensa pero sí esbozar temas que en el futuro sé que llegarán. NO tengo la verdad ni la razón pero sí he aprendido en estos últimos años, especialmente, a que MI verdad está en mi y solo en mi pero solo es aplicable a MI. Igual que la suya está y lo estará en ella y me repito que sólo debo acompañarla y encauzarla para que la reconozca. No para que piense como yo, y sé lo que me digo, que no ha sido el caso de la generación de muchos de nuestros padres, que "buscando" el bien de los demás, necesitan controlar a día de hoy nuestras decisiones para hacernos ver que nos quieren. Y entonces sale en todo momento, o en alguno, el miedo a decepcionarles o a no ser querido por quienes más queremos. 

Repetimos sin darnos cuenta patrones o nos volcamos en polos opuestos y dejamos huérfanos de dirección a nuestros hijos pues no nos aclaramos con nosotros mismos en ese caos de supervivencia. 





Un día Felipe me dijo que apoyará siempre a sus hijos cuando se hagan mayores para que escojan el trabajo que más feliz les haga, sin juzgar. No le creí del todo. Pensé que tendría mas prejuicios en ese aspecto de los que a día de hoy sé que tiene. Y pondremos ambos todo de nuestra parte, de eso estoy convencida, para respetar cada una de sus decisiones. Pues la labor de educación debemos hacerla ahora y no posponerla. Para darles valores y quererse lo suficiente para que estas decisiones sean tomadas en libertad. Que no pierdan tiempo. Que sepan que esta vida nos ha sido dada para aprender. Ojalá lo hagan en un escalón superior, o en muchos si cabe. Para tocar más veces el cielo. Y las estrellas. Y el sol y la luna. Que sean conscientes. Y lo compartan. Lo irradien y hagan de este mundo un mundo mejor que llegue hasta quien no se encuentre en ese mismo escalón que ellos. De esto se trata al final la vida. De llenar esos agujeros negros de miedo con amor del "güeno".

Y a estas alturas sé, que lo único que me aleja de las personas desde bien pequeña, es que éstas hagan crítica o juicio de otras. Porque ése no ha sido mi aprendizaje en esta vida y lo han sido otros. Porque quizás vine sabiendo que no somos quien para juzgar a otras personas. Y haya tenido que aprender y siga haciéndolo que esa persona vive su propio proceso y no va conmigo. Y deba darme igual si pensamos igual o no. Y aunque cada vez está más superado siempre hay hechos que me lo recuerdan y me hacen continuar por ese camino de afianzarme en mi misma y ser consciente de que soy tan libre como quiera serlo.

Por ejemplo, tuve que aprender, hace años, por amor, a soltar el control en la vida de quienes más quería. A no querer controlar la vida de otros pensando que yo sabía más que ellos. Porque aunque me pidieran ayuda en realidad no la querían o yo no sabía ayudarles. O más bien quien me debía ayudar fuera yo y ellos no fueran más que mi propio espejo. Para empezar a quererme. Y su debilidad no fuera más que reflejo de la mía. Porque controlando la vida de otros no conseguimos más que enredar la nuestra.

Os copio un extracto de un libro que ha llegado a mi en estos días. Porque pienso igual pero no son mis palabras y dudo que lo pudiera explicar mejor:

El amor es incondicional. El miedo está lleno de condiciones. En el camino del miedo, te amo si permites que te controle, si eres bueno conmigo, si te ajustas a la imagen que he creado de ti. Construyo una imagen de cómo deberías ser , y dado que no eres y nunca serás como esa imagen, te juzgo por esa razón y te declaro culpable. En muchas ocasiones, incluso llego a sentirme avergonzado de ti porque no eres lo que yo quiero que seas. Si no te ajustas a la imagen que yo he creado, me avergüenzas, me enfureces, no tengo la menor paciencia contigo. Sólo finjo ser amable. En el camino del amor no hay ningún "si"; no hay condiciones. Te amo sin que hayan razones ni justificaciones de por medio. Te amo tal como eres y eres libre de ser tú mismo. (La maestría del amor. Del Dr. Miguel Ruiz, autor del Los cuatro Acuerdos).

No leo mucho, no tengo tiempo. Pero trato de leer lo que me llega como mensajes caídos del cielo. Y es curioso porque Silvia, una mujer y madre loca y espiritual como yo, normal y realista como yo, me mandó también una meditaciónn del Dr. Joe Dispenza que se titulaba "Deja de ser tú". O lo que es lo mismo, según yo, sé quien realmente eres, no ese personaje que te ha traído viva hasta aquí y que yace ya cansado y pide una tregua, sino ese yo libre. Y ella me lo mandó porque le vine a su mente cuando hacía esta meditación, tranquila en su casa. Porque está claro que yo debía hacerla también para dar otro paso más en mi percepción sobre mi en el mundo que vivo. Y yo se la pasé a otra amiga que me vino a la mente.

Es maravilloso ser mujer. Y es peligroso también. Porque la mujer es precisamente eso, libertad. Es ágil. Sutil. Poderosa. Bruja. Amorosa. Bella. Generosa. Elegante. Sólo cuando está en su corazón, y no debe demostrar ni callar.




Así lo siento aunque sólo roce esa imagen en mi a ratos. Porque la libertad es lo más bonito que tenemos. Como cuerpo y como alma. Respetémosla, en nosotros y en los demás.

Os invito a trabajar en ello este verano. Porque lo fácil es cortar las alas y disfrazarlo de protección o amor. Es sólo miedo. Necesario. Pero si ya lo has reconocido en ti, llénalo de amor.

Y a los hombres, qué deciros. Que esa misma libertad llene también vuestros días de risas y compañía buena. Me pedía ahora Manu, publicado ya este post, que hable mejor de la energía femenina en lugar de dirigirme sólo al sexo femenino. Rehago entonces este párrafo, porque sé a lo que se refiere. Y es que es esa energía femenina en equilibrio, y esa energía masculina, en equilibrio, seas hombre o seas mujer, la que hace que seamos lo que somos y nos demos a los demás en plenitud. Que los hombres tienen su lado femenino igual. Si hablaba más de mujeres, hoy, es porque la conversación dedicada a mi hija hablaba no tanto de su lado femenino, que también, sino de ser mujer, en esta tierra. Pero, gracias Manu, por ese aviso, ojalá las mujeres encontremos ese equilibrio, en este personaje que nos trae, y los hombres el vuestro, que ambos caracteres se fusionen sin vergüenza, y sepamos poner límites y ternura allá donde pisemos.

Un beso a todos y Feliz Verano, estéis donde estéis.

Rocío

P.D.: Mi madre ya está en Madrid de vuelta. Como vuela el tiempo.

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