¡¡¡Me hace taaaaaaan feliz siempre celebrar mi cumpleaños!!! No digo hacer una fiesta, me refiero a celebrar. Es curioso porque hoy mi corazón está contento, muy contento. Y no ha pasado nada nuevo, nada especial esta mañana. Sólo eso, que es mi cumpleaños. No sé si os pasará a vosotros también, pero cada día me siento mejor, aunque me duelan más los huesos al levantarme por la mañana, aunque tenga alguna cana más que ayer, aunque tenga que recoger los mismos juguetes del suelo y llevar a rastras a mis dos hijos pequeños a la mesa del desayuno o pedir a Candela que saque a Mimo por enésima vez porque siempre se le olvida. Siento que comienza una nueva oportunidad. Una nueva etapa.
Este año ha sido terrible. No por malo. Sino por haber estado repleto de emociones, de intensidad. A la ya existente intensidad del virus, mi vida ha tenido extras. De hecho, mi vida siempre tiene extras. Es lo que pasa cuando tienes una madre que los lleva consigo. Siempre le digo a mi Ángel de la Guarda, con el que hablo a diario, que el hecho de que los sortee bien y haga risas de ellas no significa que me molen y quiera más. Por si acaso se despista y lo cree. Paz. Me encanta también. Tiempo y días para aburrirme, también.
Gracias a Dios tengo a mi madre conmigo, tuvimos todas las papeletas de que se quedara en el otro lado, en el viaje astral que se marcó tras la disección de aorta. En aquel momento supe que se quedaba para resolver cosas aquí y desde entonces hemos trabajado mucho. Para hacer los deberes y agradecer poder hacerlos juntas. Deberes para ambas por supuesto. Nos hemos acercado mucho. Mucho. Y lo necesitábamos. Las cosas se ponen en su sitio, tal y como me pasó con Felipón hace ahora 8 años. Ves que es una pérdida de tiempo luchar contra viento y marea contra lo que la vida te trae y no puedes evitar. Y sobre todo que el amor es lo único que te salva, amor en todas sus formas. Darlo y recibirlo.
También leí un día hace mucho y hoy comparto que el contrario del amor no es el odio sino el miedo. No lo entendí entonces. Ahora cobra todo el sentido.
He comprendido que para que una persona deje de emitir su ira, su odio, su tristeza, su desdén, su dejadez, cualquier calificativo que te haga sentir mal, debe antes dejar de sentir miedo. El miedo la lleva a tener ese comportamiento. Debemos transformar su malestar en una oportunidad para ayudarla y sobre todo, para ayudarnos también. No con palabras, muchas veces sobran o no caben. No con exigencias. Con nuestro propio comportamiento. Saliendo de nuestros propios miedos. Por eso es una oportunidad para ella y para nosotros. Porque ante un hecho neutro, la realidad, varía la percepción que tenemos sobre el mismo. Si deshacemos ese comportamiento que nos supone desagradable con un gesto, con nuestra empatía, con nuestra compasión, que no pena, entonces nos sentimos bien. Comprendemos que cada uno tiene su proceso, sus tiempos, y no podemos compararnos con los demás, porque nuestras circunstancias no han sido ni son las mismas, nuestros valores o educación, la información que hemos recibido, no son los mismos. Pero todos tenemos miedos. Para eso estamos aquí. En cursos diferentes. Con exámenes diferentes. Con resultados y apuntes diferentes. Pero con miedos.
Por eso cada año pido tener mas humildad para reconocerlos, sabiduría y claridad para afrontarlos y sentido del humor para disfrutar la sencillez del proceso. Para recordar como siempre he sentido, con la misma ingenuidad de una niña, que esta vida es un teatro y nosotros los personajes, hijos de Dios, al fin y al cabo.
Ahí fuera hay una inmensidad sobrecogedora. Qué maravilla también el día que descubrí que no estamos solos. Que nos ayudan. Pero no con el concepto que siempre aprendí sino con el que se ha convertido ahora en el más real concepto para mi de conexión con lo invisible. Con Dios y toda su pandilla de ayudadores. Con los que hablo y me peleo de vez en cuando para sacarles más información de la que entienden que necesito o estoy preparada para recibir. Prisas, malas consejeras. Siempre queda camino por avanzar si no te llega la siguiente pista pero eso no significa que se hayan olvidado de ti sino que tú te has olvidado de ti.
Ahhh pues eso. Que ese miedo que todos sentimos hay que identificarlo. Que va saliendo a la superficie a medida que despertamos y tomamos consciencia de que tenemos alma y no sólo mente. Que nuestro cuerpo es nuestro vehículo aquí. Que nuestro corazón nuestro termómetro. Y lo de fuera nuestro espejo. Que debemos querernos. Y si no sabemos por donde empezar, agradecer estar aquí. Con las cartas que tengamos. Porque la partida no acaba ni cuando morimos (mira que este año me ha tocado ver la muerte de cerca en un par de ocasiones). Que el agradecimiento es la llave que más puertas abre. Que al principio hay que pensar en agradecer y después sale sólo. Y soltamos. Y agradecemos. Y un día, cuando menos lo esperamos, recibimos una señal de que nuestra antena ya está lista para recibir y emitir ondas a un nivel superior y salir de esa zona de barro de la que parecía que no íbamos a salir nunca.
Adelante valientes, con la espada y con los dientes.
Que esta celebración se extienda a todos vosotros. Que en el caos encontremos y mantengamos la alegría y las ganas de seguir avanzando no a costa de todo sino brindando con risas. No hace falta irte lejos. Ni estar físicamente con nadie. Esa invisibilidad nos une a todos...
Esta mañana cantaba con mis hijos cumpleaños feliz con mis amigos de Parchís...
Besos a todos
Gracias por tantas felicitaciones
Rocío
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