Hola a todos,
Es curiosa la secuencia de las cosas. Anoche vi con Candela por primera vez la película de The Karate Kid. La antigua. Imaginaros los años que tiene. Dar cera, pulir cera, dar cera, pulir cera. Y así se pasa el chico horas limpiando los coches. Detalle importante que no debe pasar por alto: inhalar, exhalar, inhalar, exhalar. Al día siguiente pinta la valla del jardín. Arriba, abajo, arriba, abajo. Y al siguiente, pinta la casa de verde. De un lado a otro, de un lado a otro. Ese juego de muñeca. Lo lleva de maravilla, para ser humano y para ser adolescente ni os cuento. Pues bien, al cuarto día se harta. Con dolores en cada músculo y sobre todo sin comprender el por qué de aquello, se encara al maestro y le dice que está harto de ser su esclavo y de dejarle todo en orden. Su maestro, genial donde los haya, le explica entonces, con unos golpes certeros el porqué le ha llevado a interiorizar esos movimientos. Por qué deben formar parte de él, de su vida. Porque el karate se lleva dentro y sólo, igual que ocurre con cada hábito que deseamos adoptar en la vida, a base de trabajo y compromiso, se vuelve natural y no se convierte en un esfuerzo. Porque debemos interiorizar antes de que llegue el golpe que nos deje la cabeza del revés y el corazón maltrecho, que el esfuerzo se minimiza si interiorizamos las cosas más básicas que la Vida se empeña en mostrarnos. Y ahí, en ese estado de conexión contigo, los recursos interiores salen solos y ganas. No la batalla. Que no importa. El respeto. A ti mismo. Y por lo tanto, el de los demás. Y dejamos de vivir en constante miedo.
Lo de la secuencia que comentaba es porque hoy es Nochebuena. Y hace media hora estaba limpiando los retretes de mi casa para que nos pille el nacimiento del Niño Jesús con todo bien limpio. Ayer tocó el coche y esta mañana los juguetes que llevamos a un orfanato aquí cerca. Mientras pasaba el estropajo y miraba el brillo del retrete, me vino a la mente esa imagen, esas manos moviéndose en círculos, con humildad, con confianza, con curiosidad... Dar cera y pulir cera.
No hace falta querer ganar un campeonato para que no te maten unos macarras rubios. Hace falta llevar esa actitud a cada cosa que hacemos en nuestra vida. Para hacerlo bien aunque no nos guste. Y sobre todo para agradecer al retrete que exista y nos permita sentirnos bien a diario (más de uno se llevará las manos a la cabeza con este comentario tan fuera de sitio en un día como el de hoy, pero yo aprendo siempre con la experiencia, que soy dura de mollera, y este ha sido mi regalo hoy). Agradecer todo lo que tenemos. Y acto seguido, mientras sonreía y realmente sentía el corazón contento, recordaba todos los mensajes que nos mandamos de buenos deseos esta Navidad y este Nuevo Año. Y echaba la vista atrás a mi 2020. No le ha faltado detalle, os lo aseguro. Quizás alguno, no voy a hablar muy alto que aún quedan días y la Vida es así de divertida.
Así que no puedo desear más veces que la Vida nos traiga aquello que queremos. Para mi, ese buen deseo sólo tiene sentido si antes va acompañado de un deseo de lograr llegar a interiorizar esa ACTITUD, de ganar en humildad, en curiosidad, en ilusión, en confianza, en amor a nosotros mismos para poder dárselo a los demás, en agradecimiento a la Vida para que nos traiga lo que nos traiga, lo sepamos vivir con sabiduría, entrega y buen humor. Con alegría o tristeza si llega el caso. Pero con consciencia. Despiertos, vivos y abiertos de corazón. Que nuestra alma reconozca el camino y a los caminantes y que sepamos así que no estamos solos.
Porque de muchas batallas no nos podemos librar. Los planes caen solos como piezas de dominó. Cuando menos lo esperamos. Y la flexibilidad la debemos haber practicado cada segundo para que salga ya sola. Para que ese hábito de dar cera y pulir cera mientras inhalamos y exhalamos sea parte de nosotros. Para que cojamos el truco y seamos felices con lo que tenemos y no vivamos sumidos en la ansiedad y en los planes que nunca se cumplen por completo. Para que sepamos reconocer cuando debemos ir a por más o cuando toca quedarse tranquilos. Para que disfrutemos en nuestra presencia y no nos agotemos con luchas evitables.
Deseo que esa intención de ser más sabios, venga lo que venga, se haga fuerte en nosotros. Y recibamos las enseñanzas como oportunidades y no como problemas. Que crezcamos y seamos equipo. Que reconozcamos nuestra alma en nosotros y el alma de todo lo que nos rodea.
El Niño Jesús nació hace 2020 años. Y hoy de nuevo. Que su alegría se renueve en nosotros hoy también para vivirla y compartirla. Que hace 2020 años seguro que quien le escuchó de cerca sacó la misma conclusión. Entre otras infinitas.
Besos a todos y Feliz Navidad y 2021 lleno de amor, ternura y salud (física, mental y emocional;)).
GRACIAS a médicos, enfermeras y voluntarios. Un rezo especial a enfermos, tengan lo que tengan. Lleven el tiempo que lleven. Estén donde estén.
Rocío
Gracias Rocío, "porque de muchas batallas no nos podemos librar" es un lujo leer tu blog y contagiarnos de tu optimismo. 🙏
ResponderEliminarGRACIAS Yeli. Hay batallas inevitables. Que te lo cuenten a ti, valiente. Un beso grande
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